Go Fish

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viernes, 9 de enero de 2015

Trucos para seleccionar cebos

Uno de los puntos más importantes para la obtención de capturas es la correcta elección y presentación del cebo. Limitarnos a dos o tres es un error ya que el mar ofrece una enorme variedad. A veces no se trata tanto de cambiar de cebo como de intentar mostrarlo de una forma diferente.
Claves para la elección del cebo
Una correcta elección de un elemento tan simple como el cebo puede marcar la diferencia entre conseguir o no una buena captura ¿Cuáles son las claves para elegir un cebo de la forma correcta?:
– La zona de pesca: una correcta observación de la zona de pesca resulta imprescindible para determinar cuál es el posible alimento de las especies que allí se encuentran. Siempre deberemos ofrecer a las posibles capturas un cebo que se corresponda con lo que están más o menos habituadas a encontrar en su zona, salvo algunas especies muy “curiosas”, la gran mayoría descartan cualquier cebo que les resulte demasiado extraño.
– La meteorología: muchas veces el tiempo reinante influye mucho más de lo que querríamos en nuestra pesca. El viento, la lluvia, el sol, son elementos que pueden llevarnos a seleccionar uno u otro cebo en función de la visibilidad, de lo fácil que resulte “perderlo”.
– Estado del mar: muy relacionado con el tema climatológico, el estado del mar puede llevarnos a la necesidad de utilizar uno u otro cebo en función de lo turbias, movidas o revueltas que se encuentren las aguas.
– Análisis de las corrientes: las corrientes arrastran con ellas gran cantidad de alimento, que hacen que muchos peces de mediano y pequeño tamaño se coloquen en sus límites, con intención de comer. No muy lejos se colocarán los depredadores con intención de alimentarse: hay que saber analizar estos momentos.
– La especie que deseemos capturar. Hay que conocerla a la perfección, sus gustos, sus hábitos alimenticios, cómo le afecta la temperatura, sus posibles reacciones ante un cebo. Toda la información de la que podamos disponer es siempre poca.
La sardina
Es el cebo más utilizado por la gran mayoría de los pescadores. Los motivos para ello son muchos:
– Precio: es muy asequible.
– Fácil de conseguir. Hay quien la compra en la sección de congelado, aún más barata, si bien muchos afirman que para que sea realmente efectiva la sardina debe estar fresca.
– Múltiples posibilidades de pesca: efectivamente, la sardina es un cebo polivalente, capaz de dar buenos resultados con múltiples especies. Incluso hay quien afirma que “a la sardina le entra todo ser vivo del mar” (y no sólo en el mar, hay quien incluso la utiliza para pescar en agua dulce).
– Fácil conservación: la sardina no precisa de cuidados especiales para su conservación. Incluso toda aquella que nos sobre, podremos congelarlas en nuestra propia casa.
– Se aprovecha al máximo: cabeza, tripa, sobras varias; pueden ser utilizadas como cebo. Para ello las machacaremos bien y mezclaremos con algo de harina, aceite y arena de la playa.
– Su olor: algo que sin duda puede resultar incómodo para su manipulación, pero sumamente útil a la hora de obtener resultados. La sardina desprende un olor muy característico que la hace detectable desde grandes distancias, actuando como un fuerte atrayente para gran cantidad de depredadores.
pesca-con-cebos-02La efectividad de la sardina depende, en gran medida, del correcto anzuelado.
Precisaremos para ello de hilo elástico, normal o materiales solubles en agua. Después dependerá de cómo deseemos utilizar la sardina:
– Troceada: para ello comenzaremos por cortar la cabeza y toda la zona de las tripas. Separamos los dos flancos de la espina central y cortamos cada mitad en dos, tres o cuatro trozos (en función del tamaño de la sardina).
Cada uno de esos trozos se utilizará para cebar, para lo cual lo atravesaremos por completo, como si lo estuviéramos “cosiendo”, desde el principio hasta el final del trozo (donde deberemos esconder la punta del anzuelo).
– Entera: así deberá usarse en caso de que nuestro objetivo sean los grandes depredadores. Para anzuelarla disponemos de dos métodos:
– Coser la sardina con el anzuelo. Comenzaremos por la parte más dura pegada a la cola, para terminar con el anzuelo atravesando de ojo a ojo (si decidimos dejar la cabeza).
– Con la ayuda de una aguja de anzuelar para sardina, atravesamos la sardina longitudinalmente por donde queramos dejar finalmente el anzuelo y, en el gancho del final de la aguja, sujetaremos la lazada del nudo que lleva el anzuelo. Cuando hayamos pasado toda la línea a través de la sardina, escondemos la punta del anzuelo y fijamos el nudo en la línea principal.
Mención aparte merece el aceite de sardina: al igual que cuando manipulamos sardina su olor se queda impregnado en nuestras manos, al utilizar este aceite, el olor se irá expandiendo con la ayuda de la corriente y actuará como un magnífico atrayente para cualquier pez que ronde el lugar. Se trata por tanto de un magnífico aliado para la pesca, al que nunca deberíamos olvidar. Muchos pescadores no lo hacen y siempre llevan uno de estos botes de aceite de sardina donde maceran los cebos que vayan a utilizar y algunos incluso introducen el plomo en este.
Cebos con concha
Almejas y mejillones. Para que sea efectivo, el cebo debe engañar al pez y, para ello tenemos que presentárselo tal y como normalmente lo verá bajo el mar. Por supuesto, anzuelar un cebo con la concha no es tarea fácil: hay que meter un anzuelo discreto dentro del mejillón o almeja (o cualquier otro cebo de este tipo) y, para que después quede cerrado de nuevo, lo sujetaremos con fuerza mediante hilo elástico o una pequeña goma.
Lombrices
Otro de los cebos por excelencia son las lombrices de diferentes tipos. Lo más normal es que utilicemos una lombriz para cada ocasión de pesca, pero ¿ha considerado en alguna ocasión hacer una “albóndiga de lombrices”? Para montarlas así hay que ir metiéndolas en la aguja una a una, metiendo tan sólo dos o tres centímetros de cada una de ellas y dejando el resto del cuerpo libre totalmente.
Cefalópodos
El calamar y  el pulpo son cebos duros, fáciles de anzuelar y que se sujetan muy bien; quizás por eso suelen ser de los preferidos por el pescador. Sin embargo, no siempre resultan todo lo efectivos que pueden ser porque no los montamos correctamente: amontonamos la tira de calamares en el anzuelo, formando una bola y lo más normal es que quede al descubierto parte de ese anzuelo y ¡los peces no son ciegos ni tontos!, de inmediato percibirán el engaño. Por eso, lo más correcto es montar sobre la aguja de una tira vuelta, amarrada con hilo elástico y metida después sobre el anzuelo, como si formara un “gusano” de color blanco que sin duda resultará muy atractivo para gran cantidad de peces.
Mención aparte merece la cabeza de estas especies, que muchos directamente desechan y que en realidad posee un gran potencial. No se montará directamente, tal y como está, en el anzuelo, sino que podemos cortar las patas en grupos de dos y coserlos con la aguja de una forma tal que los tentáculos queden hacia los lados. Puede ser un poco “laborioso” pero los resultados están asegurados.
Fuente: Revista Mundo Nautico                Texto con información de “Los cebos” de a-alvarez.com

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