Cuando los grandes salen a jugar
Por: Fernando Almada
Desde hace algunos años pesco sin parar, cada que puedo me lanzo al mar, ya sea con clientes, con amigos o a veces solo. Alguna vez leí en algún escrito un dicho muy cierto: “para estar en una buena pesca hay que ir a todas”
Me considero un afortunado por el hecho de ganarme la vida haciendo algo que me gusta tanto y el hecho de llevar gente a pescar brinda muchísimas satisfacciones. Ver al papá que orgulloso acompaña a su hijo y lo va guiando para que logre su primer gran captura; ver al grupo de amigos que tenían años sin verse y decidieron reunirse para pescar y pasar un buen rato mientras se echan porras y se hacen bromas y disfrutan su día de pesca; ver a pescadores veteranos que llevan más de 30 años pescando y aún se les ilumina la cara cuando suena un carrete… eso es tal vez lo que más disfruto de este medio.
Claro que hay también muchos de esos días que los pescadores conocemos, aquellos en los que le vamos pidiendo a Dios por un solo pique, uno solo que traiga un poco de adrenalina a la gente que viene buscando emociones.
Es doloroso a veces tener que despedirse de la gente diciéndoles: “Así es la pesca, para la otra habrá mejor suerte, no se desanimen”. Pero también son estos días “malos” los que nos hacen disfrutar tanto de los días como el que a continuación les relato:
En el mes de Julio, el propietario de la embarcación “Prime Time”, el Sr. Eddie Duvault para quien tengo el gusto de trabajar como capitán privado, me llamó por teléfono y me dijo: “Fernando, el fin de semana nos vemos por allá, alista todo porque llevo a dos compañeros de trabajo a pescar, uno de ellos jamás ha pescado”. Siempre que llevo a pescar a personas que no han pescado con anterioridad me da gusto, ya que cualquier captura los deja admirados y más que contentos.
LLegó el fin de semana y el sábado a las 8 a.m. salimos en busca de algo que nos alegrara el día. En plena temporada de dorados, marlines y pez vela lanzamos un spread mixto: señuelos Pakula junto con algunos ballyhoos armados con una pequeña faldita buscando simplemente algo de acción, lo que fuera sería bueno.
Pasaron los primeros 30 minutos sin nada en las líneas hasta que de repente llega el primer pique...el clicker del carrete empezó a sonar y los gritos en el yate se cruzaban: “¡agarra el carrete, recupera línea, no pierdas tensión, levanten las demás líneas!”.
Todos los que ibamos en el yate gritábamos al mismo tiempo indicaciones diferentes, todos queriendo ser partícipes de la primera captura del día. Después del caos inicial las cosas se normalizaron y empezó una buena pelea. Neb Yonas, nuestro novato y recién estrenado pescador ponía cara de espanto mientras trataba de entender cómo manejar la caña.
Más nervioso se ponía cuando la línea salía disparada aún con sus esfuerzos por recuperarla. Así pasaron unos 20 minutos hasta que el pez empezó a ceder y Neb con los brazos entumidos seguía preguntando..¿Qué es? ¿Qué es? aunque ya varias veces le habíamos dicho que estaba peleando con un buen dorado. Pasados 25 minutos y un “show” aéreo de primera, pudimos meter el gancho al primer dorado del día. 23.7 kilogramos, vaya captura para alguien que nunca había pescado; Neb con una sonrisa de oreja a oreja no dejaba de repetir: “yo lo saqué, yo lo saqué”!!!
Después de las respectivas fotos tiramos de nuevo las líneas y a seguir buscando en la misma área. No habían pasado más de 5 minutos cuando otra línea sale disparada de un tangón...otro dorado y empieza la pelea, esta vez Randy Scott está tiene el turno de pescador y se toma unos 15 minutos para lograr acercar otro dorado de buena talla; el marino agarra el gancho y a escasos 2 metros del bote el dorado da un brinco más, cabecea, avienta el anzuelo, casi nos saca la lengua y nos dice ¡adiós! La cara de decepción de Randy lo decía todo!.
Después de bromear un poco con Randy soltamos las líneas de nuevo y casi inmediatamente llega otro dorado...Randy vuelve a tomar el turno y ahora sí, después de un buen rato de pelea y muchos saltos logra subir otro buen dorado de 25.2 kilogramos.
Después de festejar y tomar fotos seguimos troleando, pasaron unos 15 minutos hasta que sale la esquina corta disparada....otro gran dorado. Esta vez Neb toma la caña y en una rápida pelea acerca el pez, el marino toma el gancho y apunta a la cabeza, cuando tira el ganchazo el pez nada hacia adelante, termina enganchándolo a medio cuerpo y lo sube. Cuando el pez es izado, cabecea y toma venganza, engancha al marino de la pantorrila, una penetración tan limpia como completa. Aplicamos el antiséptico correspondiente y aunque teníamos a mano todo, preferimos regresarnos a la marina para cortar y sacar el anzuelo.
Al siguiente día salimos de nuevo buscando un marlin, sin embargo los dorados insistían en morder nuestros anzuelos. Fue un fin de semana de pesca de dorados espectacular, no tanto por la cantidad sino por a calidad de las capturas.
Las horas de pesca fueron pocas pero las capturas valieron la pena, 8 dorados, 3 de ellos arriba de 22 kilos, los demás estaban entre los 8 y 15 kilos. Vaya forma para un pescador novato de empezar a practicar la pesca de altura. Cuando los “grandes” salen a jugar, la diversión esta garantizada.
Fuente: Revista troleo
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